Production aim

La semana pasada tuve la oportunidad de trabajar con un grupo de profesores super-motivado en un curso de verano organizado por la Comunidad de Madrid. Vimos el nuevo currículo de inglés avanzado y cómo se puede trabajar con él. Compartimos muchas ideas, y al final, en la última sesión, creamos unidades didácticas a partir de todo lo aprendido. Fueron cinco días muy intensos tanto para los participantes como para nosotros, los profesores,  pero creo que mereció la pena- incluso nos vino a ver el Consejero de Educación, Rafael van Grieken, y tuvimos ocasión de intercambiar puntos de vista con él. 


Creo que se entendió muy bien la idea de organizar el trabajo en torno a los diferentes tipos de texto, la necesidad de trabajar la comprensión tanto mediante preguntas sencillas como mediante preguntas que requieran un mayor trabajo desde el punto de vista cognitivo (inferencias, análisis, etc.). También entendieron los profesores que el trabajo más lingüístico proviene del texto que se está trabajando y se centra en aquello que es característico del mismo, pero lo que costó más fue entender que todo este trabajo lingüístico es relevante en la medida en la que los alumnos necesitan esa lengua y esos recursos textuales para su propia producción. Por eso en algunas de las unidades que crearon los profesores faltaba lo que llamamos en el curso el production aim, es decir una definición del tipo de texto (oral o escrito) que queremos que los alumnos sepan producir.


¿Y por qué tanta insistencia en este objetivo de producción? Pues primeramente porque se aprende la lengua utilizándola. En contra de lo que mantiene Stephen Krashen de que lo único que se necesita para aprender una lengua es meaningful input, hoy en día la mayoría de estudiosos del aprendizaje de lenguas extranjeras mantiene que es la triada input - interaction - output la que lleva a mejores resultados en el aprendizaje de la lengua extranjera. 


Por otra parte, el trabajo lingüístico y textual adquiere su relevancia para el alumno si más adelante le va a servir para su propia producción. Y todos sabemos que para que podamos aprender algo es importante percibirlo como relevante y conectado con otros elementos o ideas. Además, el hecho de saber de antemano qué es lo que nuestros alumnos van a producir y qué elementos textuales o lingüísticos suponen un reto para ellos, nos ayuda a los profesores a seleccionar los aspectos textuales y lingüísticos en los que queremos centrar nuestra atención y que son relevantes para los estudiantes.


Finalmente, es en la producción propia donde los alumnos muestran lo que realmente saben, se descubren las áreas o aspectos en los que tienen más dificultades, pero también su capacidad de comunicación real. Esto nos permite, entonces, hacer una planificación más realista de las unidades siguientes, además de darle al alumno el feedback necesario para mejorar. 


¿Por qué es, entonces, tan difícil planificar esta producción? Creo que en parte es porque no sabemos muy bien cómo guiarla y por lo tanto tenemos la sensación de que los alumnos no sabrán llevarla a buen puerto. Pero con un andamiaje apropiado, y cuando la producción es la culminación lógica de todo el trabajo que realizamos en la unidad, los estudiantes pueden llegar a producir mucho más y de mejor calidad de lo que imaginamos.

Comments

  1. Hola, Ana. Me habría encantado asistir a ese curso pero el formato era incompatible con mi situación familiar. ¿Hay alguna manera de poder acceder a esas unidades didácticas que se crearon? Creo que necesitamos (o al menos es así en mi caso) algo de formación para este nuevo enfoque. Muchas gracias y felicidades por tu blog. Me parece muy interesante.

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    1. Hola Beatriz,
      Voy a hacer la consulta a los responsables del curso, a ver si es posible que hagan públicas las unidades. Si fuera posible daría detalles a través del blog.
      ¡Mucho ánimo con el cambio de metodología!

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