Un libro genial: Engaging students in academic literacy (II. Peer- feedback)

Como ya he mencionado en otros posts anteriores, es muy importante que los estudiantes produzcan, por una parte porque cuando lo hacen se encuentran con sus limitaciones a la hora de expresar sus ideas, y esto a su vez puede darles pie a investigar un tema gramatical, buscar una expresión, etc. Por otra parte cuando producen reciben feedback, y esto les ayuda a reconocer, de nuevo, las áreas en las que necesitan trabajar y les da pie a prestar especial atención a determinados elementos del lenguaje, aparte de ayudarles mediante la práctica a redactar mejor. Pero claro, siendo importante, dar feedback presenta un problema para el docente, que es uno y tiene muchos alumnos. ¿La solución? Que los alumnos se den feedback entre ellos.


Lo sé: el feedback que se dan los estudiantes entre ellos deja mucho que desear. Es lógico porque su inglés todavía es limitado y probablemente cometan los mismos errores que sus compañeros, pero también es el resultado de la falta de (in)formación. Muchas veces los estudiantes no saben en qué centrarse para dar ese feedback, porque un texto, tanto hablado como escrito, va mucho más allá de ser lengua. Los estudiantes a menudo no saben qué se espera de ellos, qué es lo que constituye un buen texto, porque no conocen las características del tipo de texto que están evaluando. Carecen de la conciencia textual necesaria, y desarrollarla es parte de nuestra labor como profesores.

Por otra parte, como señala Brisk en su libro, muchas veces los estudiantes carecen del metalenguaje necesario para expresar la crítica constructiva que deben hacer para ayudar a su compañero a redactar un texto mejor. Por ejemplo, si un alumno le dice a otro que añada más detalle, lo que realmente quiere decir puede variar mucho; puede ser añadir lenguaje más descriptivo, añadir razones, aportar evidencias, etc. Pero, de nuevo, somos nosotros, los docentes, los que debemos ayudar a los alumnos a desarrollar ese metalenguaje que les permite ser más concretos. Si nosotros hablamos de los textos con ellos, les ayudamos a desarrollar su conciencia textual y les damos el metalenguaje necesario, los alumnos serán capaces de dar un feedback más apropiado y constructivo.

Pero luego también está la segunda parte, la del alumno que recibe el feedback. Ayer, observando a los estudiantes trabajando sobre sus textos pude ver cómo muchas veces más que escuchar lo que les dice el compañero e intentar valorarlo, la primera reacción es dar explicaciones, como si lo que hiciera falta fuera defenderse de las críticas. Para ayudarles a que venzan esa resistencia, me gusta mucho pedirles que mientras sus compañeros hablan de los textos que han escrito, ellos sean una "mosca en la pared", tal y como se explica en  este video. Solamente si el que recibe feedback escucha con atención y acepta los aportes de los demás, ese feedback será efectivo.

¿Os podéis imaginar corregir textos mucho mejor estructurados y elaborados, aunque todavía con errores de lengua  gracias al peer-feedback? ¿No valdría la pena invertir en esto y dejar que los estudiantes trabajen un texto una y otra vez en un proceso de drafting, editing, reviewing, re-writing, etc.? Pero, como decía un compañero en referencia a Austin's butterfly, en vez de pedirles que dibujen una mariposa bien hecha, nos empeñamos en pedirles que creen zoológicos enteros.



Comments

Popular posts from this blog

Scaffolding

Process writing

Organizadores gráficos: una herramienta para el andamiaje